martes, octubre 31, 2006

Juegos y Combates




La religión había consagrado esta clase de espectáculos y cuando los romanos los adoptaron, el senado emitió una sentencia en la que se dictaba que todos serían dedicados a alguna divinidad. Así mismo era costumbre ofrecer sacrificios antes de empezarlos. Los griegos tenían cuatro
juegos principales y célebres en los tiempos señalados, a saber, los olímpicos, los píticos, los nemeos y los ístmicos. El primero era dedicado a Júpiter, el segundo a Apolo, el tercero a Arquemor, hijo de Licurgo, y el cuarto a Neptuno. Los más famosos eran los de Olimpia que se celebraban cada cuatro años. Así mismo fundaron su cronología basándose en el intervalo de tiempo que había de una olimpiada a otra. La recompensa que se daba a los vencedores sólo era una corona de laurel, de olivo, de álamo o de alguna planta; algunas veces se elevaban estatuas en su honor y se cantaba su triunfo por toda Grecia. El motivo de la religión no fue el único que dio lugar a la institución de estos juegos, una doble política tuvo parte en ello. Los jóvenes se formaban para la guerra y en ellos se volvían más adecuados para las expediciones militares, estaban más alerta, más dispuestos, más robustos y adquirían una vigorosa salud. Finalmente mediante estos ejercicios y por las solemnidades de las fiestas se conservaba la memoria alegórica de un secreto conocido por los sabios filósofos pero ignorado por el común.
Así mismo se animaba a los pueblos a estos ejercicios a ejemplo de los pretendidos dioses que se decía que allí habían sido vencedores.
Estos juegos eran de tres clases: los ecuestres o curules, que consistían en carreras de caballos o de carros, estaban dedicados al Sol y a Neptuno; los agonales y los gímnicos, compuestos de combates de hombres, de mujeres y de bestias, estaban consagrados a Marte y a Diana; finalmente los escénicos, los poéticos y los de música, que consistían en tragedias, comedias, sátiras y danzas, estaban dedicados a Venus, Apolo, Minerva y a
Baco.Pero en fin, se dirá ¿qué relación tienen estos juegos con vuestra pretendida piedra filosofal? Confieso que la disposición que se tomó en estos juegos, para volverse apropiada a los ejercicios militares, es bien diferente de la que es requerida para la Medicina. Una busca destruir a los hombres y la otra conservarlos. Pero finalmente ¿se ignora que Minerva, diosa de la sabiduría y de las ciencias, lo era al mismo tiempo de la guerra y de los combates? El arte militar, pues ¿es un camino que conduce a las ciencias o las ciencias conducen al arte militar? ¡qué incompatibilidad entre el reposo y la tranquilidad del gabinete, con el tumulto de las armas y el perpetuo estruendo de los combates! Apolo es el presidente de la asamblea de las musas, inventor de la Poesía y la Medicina, sinembargo está representado como el vencedor de Tifón. ¿No se le ve con el arco y las flechas en la mano? No, no era sin razón que se dijera que fue el principal vencedor de aquellos juegos, que Zeto, hijo del Aquilón, y Calais su hermano lo fueran en Diaula donde la carrera fue redoblada; Cástor en la del estadio; Pólux en el combate de cesto; Telamón y Perseo en el juego de palet; Peleo en la lucha; Meleagro en combate de azagaya; Cigno, hijo de Marte, sobre Diodoto en combate a muerte; Belerofonte en carrera de caballos; finalmente Hércules en toda clase de juegos y combates.
Algunos autores han dividido estos tiempos en tres; el primero comprende el reinado de los dioses; el segundo el reinado de los héroes y el tercero el reinado de los príncipes conocidos, que fueron sus sucesores. El primero nos es absolutamente desconocido, el segundo lo es un poco menos y el tercero nos proporciona épocas ciertas.
Yo pensaría de buen grado que el tiempo que ha precedido inmediatamente a las olimpiadas, no está mal nombrado como tiempo de los héroes, no porque los dioses, las diosas, los héroes y heroínas de la fábula hayan vivido y existido durante aquel tiempo, sino porque se trata del tiempo en el que otros héroes más reales vivieron y en la imaginación de algunos tomaron nacimiento los dioses y los héroes. Tales fueron Hermes y muchos otros filósofos egipcios, sacerdotes y reyes; entre los griegos, Orfeo, Lino, Melampo, Museo, Amfión, Eumolpo, etc. fueron los autores de la teogonía de los egipcios, de los griegos y etc, y que pudieron ser, o bien ellos mismos o sus sucesores, los institutores de las fiestas y los juegos.
Dicen que Hércules, en el retorno de la conquista del toisón de oro, reunió a los argonautas en las orillas del río Alfeo cerca de la ciudad de Pisa en la Élide, no lejos del monte Olimpo,
para celebrar estos mismos juegos en acción de gracias por los dichosos sucesos de su viaje, y prometieron reunirse cada
cuatro años con el mismo objetivo.
Cada olimpiada comprendía cuatro años completos y se celebraba en el cincuentavo mes llamado Parthénius o Apollonios, según el comentador de Píndaro. Empezaba el día de Luna llena y se disponía todo para los sacrificios y las ceremonias. Los juegos duraban cinco días; cada día estaba destinado a un juego o a un combate que le era propio. Hércules, según algunos autores,[1] empezó estos juegos en honor de Júpiter, después de que hubo castigado a Augias, rey de la Élide, hijo del Sol y de Ifiboé, porque no le había dado la recompensa que le había prometido, por haber limpiado el establo de los bueyes de este rey.
Se dice[2] que Hércules las instituyó en honor a Pélope, lo que es más verosímil que decir que las instituyó Pélope. Éste sólo existió como alegoría del primer color que sobreviene a la materia de la gran obra, es decir el negro, indicado por su mismo nombre, ya que Pélope viene de πελός, negro, y de όπος, jugo, humor, como si se dijera jugo negro. No es sorprendente, pues, que algún filósofo, artista de la gran obra, haya instituido estos juegos en memoria de Pélope, es decir, en memoria de la gran obra, cuyo color negro, o el agua mercurial llegada a la negrura, es el comienzo y la llave, según el decir de todos los filósofos. En el siguiente libro se verá que Hércules es tomado casi siempre por el artista, y algunas veces por el mercurio de los sabios, que lo hace todo en la obra.
Apolo venció a Mercurio en una carrera, en el transcurso de uno de estos juegos. El hecho es muy difícil de creer. La fábula nos representa a Mercurio como el más ligero de los dioses, pues lleva alas en la cabeza y en los pies y es tan ágil que no puede permanecer en reposo
. En verdad Apolo es pintado como un hombre joven, pero lleva un calzado de oro y en consecuencia extremadamente pesado y capaz de impedirle correr con la misma velocidad que lo haría Mercurio. Se ha de entender, pues, que en ello haya algo sobre entendido.
Los autores dicen que Apolo fue vencedor en la carrera la primera vez que se celebraron los juegos olímpicos, es decir, que esta pretendida primera vez sólo fue celebrada en las ideas del primero que relató el hecho y que hablaba alegóricamente de los juegos olímpicos que suceden en las operaciones de la obra, donde Apolo, el más pesado de los dioses, es aquel que permanece vencedor del mismo Mercurio, porque el Apolo de los filósofos, o su oro, llega al punto de arrastrar al Mercurio filosófico, que es totalmente volátil, y darle una fijeza permanente. El fenómeno queda esclarecido. He aquí en qué consiste la victoria de Apolo sobre Mercurio. Cuando se dice, pues, que el primero venció al segundo en la carrera, la proposición es equívoca, primero se pensaría que Apolo corrió más rápido que Mercurio y que habiendo llegado primero a la meta resultó vencedor. Nada de eso; Apolo corrió, es verdad, tras Mercurio y con él, porque el mercurio filosófico primero volatiliza al oro de los filósofos, pero finalmente la fijeza de este último toma ventaja y fija la volatilidad del otro, de manera que todo se vuelve fijo, en el campo de batalla permanece Apolo, que en consecuencia es vencedor. ¿Se podría explicar de otra manera?
Hércules instituyó estos juegos en memoria de Pélope, es decir, que un filósofo hermético, bajo el nombre de Hércules, los instituyó para hacer una alegoría en memoria de la gran obra, que casi todos los filósofos que la han tratado sólo empiezan a hablar de ella cuando la materia de
la que se hace la medicina dorada, ha llegado al color negro y se parece a la pez negra fundida, que es como un jugo ennegrecido, significado por Pélope. Tras el color negro, las carreras de los juegos olímpicos empiezan en el vaso de los filósofos. Entonces Hércules provoca a todo el mundo para el combate; ningún humano osa medirse con él y Júpiter disfrazado se presenta en el campo; Hércules osa intentar resistírsele y la lucha empieza, el combate dura bastante tiempo, pero Júpiter al ver que la victoria es dudosa, determina darse a conocer. Enseguida viene Marte y también se manifiesta; finalmente se presenta Apolo con Mercurio, y Apolo es vencedor. Así pasó en los pretendidos primeros juegos olímpicos.Ya lo hemos dicho más de una vez, la volatilización de la materia de la medicina dorada se hace cuando esta materia está en perfecta disolución, y esta disolución se hace cuando la materia ha llegado al negro; entonces las partes vuelan acá y allá circulando en el vaso; he aquí las carreras y los combates que duran hasta que la materia ha llegado a un grado de fijeza capaz de resistir los más vivos ataques del fuego. También se dice que el color gris-blanco, llamado Júpiter por los filósofos, es el primero que se presenta después del negro. Este color negro es el disfraz de Júpiter. Cuando esta negrura desaparece, es Júpiter que se manifiesta a Hércules, es decir, al artista. Antes del color rojo oscuro, llamado Sol o Apolo, se ve el color de la herrumbre de hierro, llamado Marte. Entonces es este dios de la guerra el que se hace vencedor; pero finalmente Apolo lo es también de Mercurio, porque el magisterio termina con la fijación del rojo. Se ha tenido razón, pues, al considerar a estos pretendidos combates de los dioses en los juegos olímpicos como una fábula, o más bien como una alegoría, pero cuya explicación es absolutamente imposible en cualquier otro sistema que en aquel sobre el cual apoyo el mío, lo que lo prueba claramente es que, según los autores, Hércules fue vencedor en toda clase de combates, es como si se dijera que el artista o el filósofo hermético es el vencedor desde que ha terminado la medicina dorada.

[1] . Isacio y Píndaro.
[2] . Higinio. Op. cit.

lunes, octubre 30, 2006

Las Lampodoforias y Vesta









Los griegos tenían infinidad de otras fiestas, tales como la solemnidad de las lámparas, llamadas por eso lampadoforias, instituidas en honor a Vulcano, Minerva y Prometeo. Hemos visto en los capítulos de estos dioses que eran dioses puramente químicos; de sus fiestas se debe juzgar en el mismo sentido. Los altares que eran
comunes a los tres indican suficientemente que se debe pensar de ellos como siendo la misma cosa, o al menos como teniendo una gran analogía. Pues finalmente ¿qué se entiende por Vulcano, uno de los principales entre los doce grandes dioses de Egipto? ¿no es este el fuego o el obrero que se sirve del fuego? ¿Qué era Prometeo? ¿No está representado como el inventor de muchas de las artes que se hacen con el fuego? Según lo que dice Esquilo en estos términos que presta a Prometeo: ¿Qué diré? ¿cuántas de las comodidades ignoradas no he de enseñar a los hombres?
¿Quién es el que ha encontrado antes que yo el hierro, la plata, el oro, el cobre y la manera de trabajarlos? Nadie se jactará de ello, si no quiere mentir. Prometeo es el inventor de las artes. Es él quien robó una chispa del fuego celeste para comunicarlo a los hombres. Él mostró a Hércules el camino que había de tomar para llegar al jardín de las hespérides. Orfeo habla de él como si hubiera sido el esposo de Rea. Esquilo lo llama[1] inventor de la medicina que cura todos los males. ¿A qué otra mezcla de drogas o a qué otra composición se ha atribuido jamás la propiedad de curar todos los males, sino a la medicina dorada o piedra filosofal? Sin duda había una misteriosa razón para levantar un altar común a estas tres divinidades y parece ser que era la misma que hacía observar las mismas ceremonias de las lámparas en sus solemnidades. ¿Por qué estas lámparas encendidas sino para
representar el fuego del que Vulcano y Prometeo eran sus símbolos? ¿podía ser este fuego nuestro fuego de forja y de las cocinas, ciertamente conocido antes que a Vulcano y a Prometeo, aunque se diga
que fueron sus inventores?
Tal es el origen sin duda de este fuego que los g
riegos y los romanos mantenían encendido perpetuamente en honor de Vesta, pues Vesta ha sido considerada tanto como la tierra como el fuego y así mismo como diosa del fuego. Diodoro de Sicilia y Orfeo dicen que era hija de Saturno, lo mismo que Ovidio en el sexto libro de sus Fastos:Semine Saturni tertia Vesta suit.
Él creía que habían habido dos Vestas, una madre de Saturno y otra hija del mismo; la primera era tomada por la tierra y la otra por el fuego: Vesta eadem est, & terra: subest vigil ignis utrique significant sedem terra focusque suam. Nec tu aliud Vestam, quam vivam intellige flammam.
No se representaba a Vesta bajo ninguna figura porque el fuego no tiene propiamente ninguna determinada. Es él que da la forma a todos los seres, el que los anima, que los vivifica y sólo puede ser representado simbólicamente. Para ellos se contentaban en mantener
un fuego siempre encendido en el templo de Vesta y este cuidado se confiaba a las jóvenes vírgenes a las que llamaban vestales. Si por negligencia de éstas el fuego se extinguía eran castigadas con la muerte. Valerio Máximo[2] dice que el gran pontífice Licino condenó a una de ellas a ser quemada viva por haberlo dejado extinguir una vez durante la noche. Tito Libio[3] considera como una cosa sorprendente y una especie de prodigio el hecho de que se hubiera sido tan negligente como para dejar extinguir este fuego una vez.Por todo ello se ve el respeto que se tenía por el fuego. Ciertamente este culto religioso había venido de Egipto, donde Vesta y Vulcano eran considerados con gran veneración, como se puede juzgar por el famoso templo de este dios donde se alimentaba a Apis. Así mismo estaba establecido que de entre los sacerdotes que estaban al servicio de este templo se escogiera a los reyes. Las otras naciones consideraban a Vulcano como el último de los dioses porque era cojo y había caído del Cielo, dice la fábula, mientras que en Egipto se le consideraba como uno de los principales; esto es porque los egipcios entendían por Vulcano al fuego de la naturaleza que lo anima todo y que representaban simbólicamente con el fuego común de nuestras cocinas; los griegos y las otras naciones tomaron el símbolo por la cosa misma. Los fuegos o lámparas encendidas y alimentadas en Egipto, dieron lugar a las
solemnidades de las lampodoforias y a los fuegos que las vestales mantenían entre los romanos. Las intenciones de los institutores mal interpretadas son la fuente de los abusos.

[1] . Lo principal es que si uno caía enfermo no tenía defensa, alguna cosa que pudiera comer, untarse o beber, sino que por falta de medicina, se iban extenuando, hasta que yo les mostré las mixturas de los remedios curativos con los que ahuyentan toda dolencia. Esquilo, Tragedias, Prometeo encadenado, v. 476.
[2] . Valerio Máximo, Lib. Cap. 1.
[3] . Tito Libio, De Bello Punico, lib. 8.

domingo, octubre 29, 2006

Adonis (su culto)




Una tradición considera que Apolo había suscitado el jabalí que mató a Adonis, para vengarse de Venus que había cegado a Erimanto, hijo de este dios, porque se estaba mofando de las galanterías de la diosa. Pero que sea Apolo o Marte es indiferente puesto que el Marte filosófico o el color de la herrumbre es propiamente el Apolo de los filósofos una vez empezado.
Estas expresiones tomadas en la naturaleza misma de las cosas, prueban que Adonis sólo difiere de Osiris, Baco y etc, en el nombre. No es sorprendente, pues, que su culto, establecido en Fenicia y en otras partes, sea muy parecido al de Osiris entre los egipcios. Uno servirá para explicar al otro, como acabamos de ver. Osiris y Adonis eran representados bajo la figura de un buey. En Fenicia se celebraba la fiesta de Adonis en el mismo tiempo y de la misma manera que se celebraba la de Osiris en Egipto. Se lloraba al uno y al otro como muertos y luego se alegraban como si hubieran resucitado. Adonis era entre los fenicios el símbolo del Sol, como Osiris lo era en Egipto, y en la celebración de sus solemnidades se llevaban las mismas representaciones. Las adonáidas o solemnidades de Adonis se celebraban en los alrededores de Fenicia imitando a las de Osiris. Duraban ocho días. Todo el mundo empezaba por
hacer duelo y dar señales públicas de dolor y de aflicción; por todas partes se oían lloros y gemidos. El último día de la fiesta la solemnidad cambiaba de cara, la figurada tristeza daba paso a la alegría que se manifestaba con extraordinarios arrebatos. Luciano relata[1] que los egipcios exponían sobre el mar un cesto de mimbre que el viento llevaba hasta las costas de Fenicia, donde las mujeres de Biblos, tras haberla cogido con impaciencia, la llevaban con pomposidad a la ciudad, entonces la fiesta terminaba con alegría.
Siria comunicó el culto de Adonis a sus vecinos. No se puede ver nada más soberbio que el aparato de esta ceremonia en Alejandría. La misma Arsinoé, hermana y mujer de Ptolomeo Filadelfo, llevaba la estatua de Adonis. Las mujeres más considerables de la ciudad la acompañaban llevando en la mano canastas llenas de pasteles, arrogantes perfumes, flores y toda clase de frutas; las otras cerraban la pompa llevando tapices sobre los cuales habían dos lechos bordados en oro y plata, uno para Venus y el otro para Adonis; así se iba hasta el mar, o a alguna fuente, donde se echaban las flores, los frutos y las plantas que se había llevado.
Un río cerca de Biblos, según el relato del mismo Luciano, llevaba el nombre de Adonis y se dice que sus aguas se volvían rojas mientras se celebraban las fiestas en su honor. Se dice también que era su sangre la que enrojecía el agua de este río, cuando se lavaba allí la herida de este amante de Venus. La primera parte de esta solemnidad se llamaba Α΄φανισμος (afanismos), durante la cual se llevaba luto, y la segunda Εϋροσις (eurosis), donde la tristeza se transformaba en alegría.
Se ve claramente que estos lloros y este duelo de los fenicios y de los griegos, con motivo de la muerte de Adonis, tienen manifiesta relación con los gritos y los gemidos que
todo el mundo daba en las solemnidades de las fiestas de Ceres, en las que se suponía que esta desolada madre había buscado a su hija Proserpina. Los egipcios expresaban una tristeza parecida por la muerte de Apis. En las solemnidades de Ceres el duelo duraba hasta que se llevaba triunfalmente la estatua de Iacchos y en la de Apis hasta que se le había encontrado un sucesor (que tuviera una marca blanca en forma de Luna creciente). Tanto en las unas como en las otras se llevaban más o menos las mismas representaciones, canastas de pasteles, de flores, de frutos, etc. Se regocijaban igualmente cuando Iacchos o Apis reaparecían, o cuando se creía a Adonis resucitado. Se suponía que Proserpina permanecía seis meses con Plutón y seis meses con Ceres. También se decía que Adonis residía seis meses junto a Proserpina y seis meses junto a Venus.
La primera parte era llamada Α΄φανισμος, ¿por qué? Los lloros y los gemidos se hacían a causa
de la pérdida de Adonis y de su estancia en el tenebroso reino de Proserpina, como se hacía en las solemnidades de Ceres a causa del rapto de su hija y de su estancia en el imperio negro y oscuro de Plutón. Α΄φανισμος, viene de α΄ privativa y de φαινω, lucir, brillar, de donde se ha hecho άφανής, oscuro, escondido, y finalmente Α΄φανισμος, como si se dijera la fiesta o la ceremonia del tiempo de oscuridad.
Si estas solemnidades tenían el mismo objetivo ello manifiesta que esta negrura, esta oscuridad sólo puede ser la del reino de Plutón y Proserpina. Se ha visto por las precedentes explicaciones que este reino de Plutón y Plutón mismo eran una alegoría de la negrura que sobreviene a la materia filosófica; así mismo hemos probado que la muerte de Adonis también significaba lo
mismo. Es patente, pues, que las ceremonias instituidas en memoria de esta pretendida muerte también eran una alegoría del tiempo que dura esta negrura de la materia de los filósofos.
La segunda parte de esta fiesta era llamada Εϋρισις, de Εύρισμω, reencuentro, entonces todo el mundo era arrebatado por la alegría. Lo mismo sucedía en las ceremonias de Ceres. La presencia de Iacchos hacía gritar en demostración de alegría, ¡he aquí a Baco, he aquí a Baco! como si se le hubiera reencontrado después de haberlo perdido. Remito al lector a las explicaciones que he dado respecto a esto, puesto que es inútil repetirlo por un sujeto absolutamente parecido. Sin embargo es bueno hacer observar que no era sin razón el hecho de que la procesión se dirigiera hacia el mar, o hacia una fuente, para buscar a Adonis, porque los institutores de estas ceremonias sabían muy bien que sólo se le puede encontrar allí, es decir, en el mar de los filósofos o su agua mercurial, también llamada fuente por el Trevisano y por muchos de entre ellos. También se ha dicho que el río de nombre Adonis se volvía rojo durante la solemnidad de las fiestas instituidas en su nombre, puesto que, según dicen los adeptos, su agua mercurial es roja en el tiempo en que su Adonis reaparece.
Así pues, Adonis es el sol filosófico que se eclipsa en la negrura y que reaparece a medida que el eclipse se desvanece. Es macho y hembra, porque es el rebis de los filós
ofos, y siempre joven como Baco, por las razones que hemos referido hablando de este hijo de Júpiter. En fin, él es el mismo que Dioniso, Apolo y Osiris, que sólo son diferentes nombres del sol filosófico y no del astro que nos alumbra. Pues ¿hay alguna apariencia en este astro que pueda hacer que se le considere como macho y hembra, incluso alegóricamente? Aceptaré, si se quiere, que los griegos lo han adorado como una divinidad, puesto que hicieron morir a Anaxágoras envenenándolo, por haber dicho que el Sol no era un dios sino una piedra ardiente e inflamada. Pero ¿se debe de pensar por esto que Orfeo o aquellos que les habían aportado la teogonía de Egipto con sus ceremonias, hayan pretendido persuadirles de la divinidad del Sol? Hago b
ien en no pensar así, y nadie ignora los abusos que infectaron las primeras ceremonias traídas a los griegos. No se duda tampoco de los errores populares que se multiplicaron a continuación; pero aquí de lo que se trata es de la primera institución y no de lo que le siguió después. Sócrates bien hizo ver que respecto a los dioses tenía otras ideas diferentes a las del pueblo. ¿Pensarían Platón y los otros sabios como el vulgo?

[1] . Luciano, In Deâ Syriâ.

Adonis (su explicación)




El incesto del padre y la hija, tomado en sí mismo, ya lo hemos explicado en más de un capítulo y nos hemos referido a cantidad de textos de los filósofos, donde se han visto incestos parecidos. Ahora pasemos revista a todas las circunstancias de esta fábula.
¿Qué es esta Mirra? ¿Qué es este Ciniras? Mirra viene de μύρω derramo, destilo; y Ciniras de κνύρομαι, llorar, lamentarse, de donde se ha hecho κινύρα, instrumento triste y melancólico. Mirra, pues, debe ser considerada como significando agua o goma, o alguna substancia líquida. Es lo que ha determinado al autor de esta fábula a hacer alusión a la mirra, que se dice μίρρα en griego μ
ύρον perfume, venido así mismo de μύρω, destilo. Pues los filósofos llaman goma, agua, a una parte de su compuesto y es precisamente la que debe engendrar al Adonis u oro filosófico. Nuestra materia, dice el filósofo,[1] es un huevo, una goma, un árbol, un agua. Tomad la goma blanca y la goma roja, dice María a Aros en su Diálogo, y juntadlos en verdadero matrimonio. Isindrio dice: Mezclad el agua con el agua, la goma con la goma. Creo que es inútil citar más cantidad de textos al respecto, pues se encuentran
a cada página en los libros de los filósofos. Mirra, pues, significa la goma o el agua de los sabios, que ellos llaman hembra y reina de una gran belleza.[2] Su nodriza o el agua mercurial filosófica la conduce a Ciniras durante la noche y se comete el incesto. He aquí la noche de los filósofos, durante la cual dicen que se produce la conjunción de su macho y de su hembra. La tristeza y la melancolía, indicada por Ciniras, también es uno de los nombres que los adeptos dan a su materia venida al negro. Observad, dice Filaleteo,[3] que los nombres del agua sulfurosa, agua ponzoñosa, agua aromática, cabeza de cuervo, peso, melancolía, noche, instrumento de tristeza, infierno, abrigo tenebroso, etc, son diferentes nombres para designar una misma cosa.
En efecto, ¿hay algo más propio que la oscuridad, la noche, el negro, para engendrar la melancolía y hacer nacer la tristeza? ¿Por qué Mirra es dicha hija de Ciniras o instrumento de
tristeza y de melancolía? Es porque, en efecto, ella había sido concebida como Proserpina. Era bella, blanca, brillante y joven, porque la piedra al blanco tiene todas estas cualidades. Si se trata de hacer el elixir, su nodriza la ha de conducir a su padre Ciniras porque el agua mercurial es el
agente de la putrefacción, durante la cual Mirra tiene comercio con su padre en la oscuridad de la noche; y para concebir a Adonis o el elixir, es necesario que la piedra al blanco, nacida de la putrefacción, pase de nuevo allí una segunda vez.
Se supone que Ciniras, al haber reconocido a Mirra, montó en cólera y quiso matarla, pero ella aprovechó la oscuridad de la noche para salvarse en la pétrea Arabia, a fin de
hacer ver que la piedra pasa del negro al blanco y entonces se fija en piedra. Al ser la noche uno de los nombres que los filósofos han dado al negro de su materia, era natural que se dijera que Mirra se escapó al abrigo de la noche. Fue transformada en árbol y a continuación puso en el mundo a Adonis, porque la piedra al blanco es el árbol filosófico, llamado por el Cosmopolita árbol lunar. El fruto de este árbol es Adonis o el oro filosófico, que las náyades y las ninfas recibieron al nacer; en efecto, él nace en medio del agua mercurial, que lo nutre y tiene cuidado de él hasta su perfección.
A medida que Adonis crece se vuelve más y más bello ¿no es esto el color del oro filosófico, que se fortifica y se vuelve más brillante? Venus se enamora perdidamente de él y lo a
compaña en las diversiones que le da la caza. Nada más simple que esto, y así mismo no podría ser que Venus no lo amara perdidamente y que no lo acompañara hasta el desdichado momento en que Adonis fue muerto. He aquí la razón: La piedra pasa del color blanco al azafranado, llamado Venus por los filósofos. Mientras que este color dura, aún se hace una circulación de la materia en el vaso, es la caza en la que Venus siguió a Adonis. El color de la herrumbre que sucede al azafranado es llamado Marte. He aquí al jabalí que el celoso Marte envió contra Adonis. Éste murió de la herida que le hizo, porque no queda en él nada de volátil. Así mismo Venus conserva, tras la muerte de su amante, el amor que sentía por él, porque el color rojo, que el Adonis filosófico toma en su fijación, conserva siempre una parte de este color azafranado que tenía mientras cazaba con Venus. Las rosas que la sangre de esta diosa tiñó de rojo mientras corría en socorro de su amante, significan el color rojo que sucede al blanco mediante el azafranado, llamado Venus como acabamos de ver.
Abraham el judío, referido por Flamel, ha tomado al rosal como jeroglífico de esta variación de
colores.[4] Aún el mismo Flamel nos hace ver lo que se ha de entender por el descenso de Adonis a los Infiernos y del amor que Proserpina siente hacia él. Hemos demostrado suficientemente que los filósofos dan el nombre de muerte, sepultura, infierno al color negro, sin embargo he aquí todavía un texto del autor citado anteriormente, que servirá de prueba para la explicación que vamos a dar de la muerte de Adonis y de su retorno a Venus: Te he hecho aquí, pues, tomar un cuerpo, un alma y un espíritu blancos, como si resucitaran, para mostrarte que el Sol, la Luna y Mercurio son resucitados en esta operación, es decir, son hechos elementos del aire y blanqueados; pues ya hemos llamado muerte a la negrura; continuando la metáfora, podemos pues, llamar blancura a una vida que vuelve a venir por la resurrección. Adonis después de haber sido atacado por los mortales colmillos del jabalí de Marte, muere por su herida; esto es la imbibición que se hace a la materia para hacerla pasar del color anaranjado al rojo de la adormidera, mezclando allí un poco de humedad que ocasiona un color negro pasajero. En esta operación de rubificación –dice Flamel–[5] aunque imbibas casi no tendrás negro, sino más bien violeta, azul y el color de la cola del pavo real, pues nuestra piedra es tan triunfante en sequedad como incontinente que cuando tu mercurio la toca, la Naturaleza regocijándose de su naturaleza, se une a ella y la bebe ávidamente y por consiguiente el negro que viene de la humedad sólo puede mostrarse un poco y bajo estos colores violetas y azules.
He aquí, pues, a Adonis habiendo descendido al tenebroso imperio de Proserpina; ella se vuelve amorosa porque el negro se une con él. Venus lo reclama a Júpiter que toma a Calíope como árbitro de la diferencia que hay entre las dos diosas. Esta musa decidió que gozaran de él durante seis meses alternativamente. El color gris, llamado Júpiter, siempre sucede al negro inmediatamente, es por lo que Ceres para volver a ver a Proserpina y Venu
s para volver a ver a Adonis, y etc, se dirigen a este dios. Pero ¿por qué elige a la musa Calíope como árbitro? Es porque Adonis sólo puede ser devuelto a Venus, es decir, retomar el color rojo anaranjado, mediante la imbibición del agua mercurial, llamada en este estado vino tinto por Raimon Llull, Ripley y muchos otros y como Calíope es este agua mercurial, puesto que su nombre le viene de Καλός, hermoso, bello y de όπος, jugo, humor, como si se dijera que el jugo rojo o bello jugo ha armonizado la diferencia de estas dos diosas, lo que ha hecho que Flamel la llame leche virginal solar.[6] Este gozar alternativamente de las dos diosas indica las diferentes reiteraciones de la obra para la multiplicación, puesto que en cada operación la materia debe de volver a pasar por el negro, el gris, el blanco, el anaranjado, el color de la herrumbre y el rojo oscuro o el color de la adormidera.


[1] . El Filósofo, En la Turba.
[2] . Nuevo Símbolo, de Basilio Valentín.
[3] . I. Filaleteo, Enarratio method. Trium Gebri medicin.
[4] . Flamel, Las Figuras Jeroglíficas, de Abraham.
[5] . Flamel, Ibid. cap. 7
[6] . Flamel, Ibid.

Adonis (la fábula)



Adonis fue el fruto del incesto de Ciniras con su hija Mirra. Esta hija fue a encontrar a su padre durante la noche, conducida por su nodriza. Habiendo gozado Ciniras de Mirra quiso ver esta belleza que la nodriza tanto le había ensalzado; reconoció a su hija y poseído de furor quiso matarla, pero Mirra aprovechó la oscuridad de la noche para salvarse y se retiró a Arabia, donde puso en el mundo a Adonis. Las ninfas del lugar lo recibieron al nacer, lo alimentaron en un antro y se cuidaron de su educación. Venus se enamoró tan perdidamente de él que Marte se volvió celoso y obligó a Diana a suscitar un jabalí furioso para vengarse. Durante la caza Adonis quiso perseguir a este animal, que sintiéndose herido, volvió su furor contra el autor de su mal y le dio en la ingle un golpe de colmillo tan violento que tiró a Adonis por los suelos y murió. Cuando Venus lo vio bañado en su sangre corrió en su socorro. Pasando después por un rosal se pinchó con una de las espinas y la sangre que salió de su herida tiñó de rojo las rosas que anteriormente eran blancas. Venus continuó su camino e hizo todo lo posible por devolver la vida a su amante, pero al no conseguirlo lo transformó en una flor, que algunos han llamado anémona, de la que Ovidio simplemente señala su color rojo comparándola con la granada: y al cabo de una hora bien justa surgió de la sangre una flor teñida como ella, como las que, con granos ocultos tras una flexible corteza, suelen hacer los granados. (Metamorfosis, lib. 10)
A penas apareció Adonis en el reino de Proserpina esta diosa se enamoró de él con el mismo fuego que Venus aún conservaba. Ésta, desolada por la pérdida que había sufrido, suplicó a
Júpiter su retorno sobre la tierra; Proserpina no quiso devolverlo. Júpiter dejó que decidiera la musa Calíope, que para acordar a estas dos diosas juzgó que gozarían de él alternativamente la una y la otra durante seis meses.
De nuevo la fábula nos pone ante los ojos un incesto más; Ovidio[1] se ha ejercitado en describirlo con todo lo que la poesía tiene de más agradable y con todo aquello de lo que un tal sujeto era susceptible; pero aquellos que han querido adaptar este hecho a la historia y han tomado como fundamento el recitado de este poeta, sin duda no han puesto atención a que él mismo lo consideraba como una pura ficción, puesto que empieza así: Cantaré atrocidades: alejaos padres e hijas; fuera de aquí o, si mis versos os resultan placenteros al corazón, no creáis el presente episodio ni los hechos que en él se narran.
También el abad Banier confiesa[2] que es una fábula muy misteriosa y un enigma que sería muy embarazoso de explicar en todos sus puntos, de lo que concluye que es fácil juzgar que se trata de una mezcla de historia y de física. Hay pocas fábulas que tengan ciertas circunstancias
que pongan a este autor en la misma situación, y es en vano que se esfuerce en probar que Adonis no es lo mismo que Osiris. Yo digo más, él es el mismo que Apolo y que Baco. Orfeo nos enseña que él se complace en la diversidad de los nombres, que es macho y hembra, lo que también se dice de Baco, y en fin, Adonis es el que da la vida a todos los mixtos: multiforme manifiesto nutridor de todas las cosas. Muchacha y muchacho, a la vez, siempre eres un retoño para todos, Adonis, extinguido y reluciente, por otra parte, en las hermosas estaciones que se renuevan; fomentador de la vegetación. (Himno a Adonis) Este último rasgo debe ser, para el abad Banier, le Clerc, Selden y tantos otros, un misterio bien difícil de desvelar. ¿Cómo ajustarlo a la historia? Veamos si la filosofía hermética es más dichosa en poner esta fábula en su verdadera luz.

[1] . Ovidio, op. cit. Lib. X, vers. 300.
[2] . Banier, Mitología Explicada, tom. 1, p. 549.

sábado, octubre 28, 2006

Proserpina y las Tesmoforias






Volvamos a nuestras tesmoforias. Luis Vives[1] añade las imágenes de los dioses a las cosas que eran llevadas en las
solemnidades por las vírgenes y las mujeres. El gran hierof
ante llevaba la representación del Creador; el portador de las antorchas tenía la del Sol; el ministro del altar la de la Luna; y el que estaba encargado de anunciar la solemnidad al pueblo, llevaba la de Mercurio. Examinemos el todo por partes. El cuarto día de la fiesta los bueyes arrastraban por las calles un carro, cuyas ruedas estaban hechas como de tambores. ¿Por qué por bueyes? Esto es porque el buey o el toro era el jeroglífico de la materia del Arte entre los egipcios, y porque esta materia reducida a mercurio, conduce toda la obra. Las ruedas estaban hechas como de tambor, porque representaban la forma del matraz filosófico, que Flamel compara a una escribanía. Este vaso de tierra –dice[2]tiene forma de hornillo y es llamado por los filósofos triple vaso, pues
en su centro hay un estante sobre el cual hay una escudilla llena de cenizas tibias en las cuales se pone el huevo filosófico, que es un matraz de vidrio, que tu ves pintado en forma de escribanía y que está lleno de confecciones del Arte. Así
mismo estas ruedas representan el horno que debe tener forma de torre. O bien un tambor de pie sobre su plato parecido a una torre. No se dice qué había sobre este carro cubierto, pero lo que llevaban a continuación las mujeres lo indica suficientemente. Eran pasteles de lana blanca, de granadas y de adormidera. El carro estaba cubierto pero no para ocultar lo que llevaba dentro, sino para indicar que el vaso debe de ser sellado herméticamente y para significar la oscuridad o el color negro que le llega a la materia,
por eso la luz del día no entra por ninguna abertura. Detrás iban estas mujeres, y no dentro, porque llevaban los pasteles de harina y de lana blanca, para indicar que el color negro había precedido al blanco, que ellas mostraban en sus canastas de oro. Las granadas venían después, para significar la granada filosófica que había comido Proserpina. Finalmente aparecía la adormidera, último color que sobreviene a la materia, como así lo dice Pitágoras:[3] Se toman tres partes de Kuhul negro,[4] después leche blanca, sal florida, mármol blanco, estaño, luna, y cuatro partes se toman de bronce, herrumbre de hierro, azafrán, granada, sangre y adormidera. –Y la Turba– Sabed que nuestra obra tiene muchos nombres, según sus diferentes estados, los cuales queremos describir: magnesia, kuhul, azufre, goma, leche, mármol, azafrán, herrumbre, sangre, adormidera y oro sublimado, vivificado y multiplicado, tintura viva, elixir y medicina, etc. Brimellus (ibid.) dice: Tomad la materia que cada uno conoce y quitadle su negrura y después fortificadle su fuego en tiempos, aparecerán diversos colores; el primero es luz azafrán, el segundo como la herrumbre, el tercero como la adormidera del desierto, el cuarto como la sangre muy quemada; entonces tenéis todo el secreto. Se prohibía a todo profano mirar a este carro y a su séquito, porque allí estaba toda la obra indicada jeroglíficamente y se temía que algún profano la adivinara.
El quinto día se marchaba durante toda la noche por las calles; esto es porque después de haber enseñado, por así decirlo, en la procesión de la vigilia, la teoría de la obra, se venía al día siguiente para instruir en la práctica. Esta procesión nocturna indicaba más claramente el carro cubierto, lo que sucede mientras el color negro ocupa a la materia y, como ya hemos dicho, el tiempo durante el cual Ceres buscaba a Proserpina. El sexto se llevaba desde Eleusis a Atenas la estatua de un gran hombre joven coronado de mirto que llevaba en la mano derecha una antorcha. Se le llamaba Iacchos. Se le acompañaba con grandes gritos de alegría y con danzas. Este hombre joven era el hijo filosófico, el hijo de Semele, el mismo Baco,
que según Herodoto,[5] gobierna los Infiernos conjuntamente con Ceres, porque uno es la parte fija ígnea de la materia y la otra la parte húmeda y volátil: En la vigilia, todo se hacía en la oscuridad de la noche; al día siguiente Baco parecía nacer; se le había considerado casi como perdido en las cenizas de su madre; todo el mundo estaba triste, pero desde que aparece con las señales de la victoria que acaba de conseguir sobre los horrores de la tumba y llevando la corona de mirto, extiende la alegría en todos los corazones; cada uno se empeña en demostrarlo gritando Iacchos, Iacchos, he aquí a Baco, he aquí a Baco. La antorcha que lleva en la mano significa que ha echado a las tinieblas. Las danzas que se le hacen a continuación son la circulación de las partes volátiles antes de su fijación. Nicolás Flamel ha seguido la idea de estas procesiones para formar sus figuras jeroglíficas del Carnero de los Santos Inocentes de París, donde para indicar la continuación de las operaciones y la sucesión de los colores, ha hecho tomar parte a hombres y mujeres en una procesión, vestidos de diferentes colores, con esta inscripción: Mucho complace a Dios la procesión, si está hecha con devoción.
Finalmente las representaciones del Creador que llevaba el gran hierofante, indican que Dios era el autor de todo, que él mismo había puesto en la materia de la gran obra o medicina dorada las propiedades que tiene, que es su autor y puesto que se ha dignado dar el conocimiento de esta materia y de la manera de trabajarla, es sólo a él a quien se ha de dar gracias y no al Sol, a la Luna y a Mercurio, que sólo son nombres dados a los diferentes ingredientes que componen esta
medicina. Ya hemos visto que Osiris o el Sol era entre los egipcios el jeroglífico de la parte fija; Isis o la Luna el de la parte volátil y que Mercurio había sido supuesto por ellos como consejero de Isis, puesto que el mercurio filosófico lo hace todo y sin él no se puede hacer nada. El Sol es su padre y la Luna su madre y el mercurio contiene al uno y a la otra, dicen los filósofos.
Los poetas han añadido a la fábula de Proserpina que había tenido un hijo que tenía la forma de un toro, y que Júpiter, para tener relación con ella, se había metamorfoseado en dragón; también dicen que el toro
era padre de este dragón, de manera que eran padre el uno del otro, lo que desde luego parecía una paradoja de lo más exagerado. En efecto ¿cómo el hijo puede ser padre de supropio padre? Es una cosa que sucede en la gran obra, y nada es tan común en los tratados de los verdaderos filósofos como estas aparentes paradojas.
Como Ceres tuvo a Feréfata de Júpiter, su padre fue su abuelo, no hay en ello nada contra la naturaleza; como Júpiter tuvo un hijo de Proserpina, su nieta, aún nada de extraordinario; estos son dos de los incestos atribuidos a Júpiter, también se le han supuesto otros. Pero que para gozar de Proserpina tome la forma de un dragón y que de su relación nazca un toro, padre de este mismo dragón, yo no veo otros medios de acordar todo esto que decir con Hermes:[6] Vosotros que queréis completar el arte, juntad al hijo del agua, que es Júpiter, a Buba y tendréis el secreto oculto. Elautor del Rosario dice: No se puede hacer nada mejor en el mundo que casarme con mi hijo. Juntadme, pues, con mi madre, atadme a su seno, guardaos de mezclar con nosotros alguna cosa extranjera y continuad la obra; pues nada se une mejor que las cosas de una misma naturaleza. Flamel dice: Volved a poner al niño en el vientre de su madre que lo ha engendrado, entonces se convertirá en su propio padre. Raimon Llull dice:[7] Es preciso inhumar a la madre en el vientre del hijo que ha engendrado a
fin de que a su vez él la engendre.Ya se ha visto lo que se ha de entender por los dragones y los toros. Toda la explicación de este parentesco consiste, consecuentemente, en saber que hay una única materia del magisterio, sin embargo compuesta del volátil y del fijo. El dragón alado y la mujer indican el volátil y el dragón sin alas con el toro son los símbolos del fijo. El mercurio filosófico o disolvente de los filósofos se compone de esta materia, que los filósofos dicen que es el princip
io del oro. El oro de los sabios nace de esta materia, en consecuencia ella es su madre; en las operaciones de la obra se ha de mezclar al hijo con la madre, entonces el hijo, que era fijo y designado por el dragón sin alas, fija también a su madre y de esta unión nace un
tercer fijo, o el toro. He aquí al dragón padre del toro. Que se rehaga la mezcla de este nuevo nacido con la mujer, o la parte volátil de la que ha sido sacado y entonces resultará de ello el dragón sin alas, que se convertirá en hijo de aquel que él mismo ha engendrado, puesto que la materia cruda es llamada dragón antes de su preparación y en el tiempo de cada disposición u operación de la obra. Lo que ha hecho decir a Artefio:[8] La piedra es una madre que concibe a su hijo y lo mata y lo mete en su vientre [...] después él mata a su madre y la mete en su vientre y la alimenta [...] Esto es uno de los más grandes milagros de los que se haya oído hablar, pues la madre engendra al hijo y el hijo engendra a
su madre y la mata. Es decir, que el oro se disuelve en el disolvente volátil de los filósofos, del que es sacado; entonces es la madre que mata a su hijo. Este oro, fijándose, fija a su madre con él; he aquí al hijo que engendra a su madre y al mismo tiempo la mata, porque de volátil que era la ha engendrado en fijeza y fijar al volátil es matarlo. He aquí todo el misterio de esta paradoja al descubierto.


[1] . Luis Vives, en el libro 7, cap. 20. Sobre San Agustín, en la Ciudad de Dios.
[2] . Flamel, Explicación de las figuras jeroglíficas.
[3] . Pitágoras, La Turba.
[4] . Plomo de los filósofos. Latón que es necesario blanquear. Materia de la obra en putrefacción y llevada al negro muy negro. Pernety, Diccionario Mito-Hermético, ed. Indigo. Barcelona 1993, voz Kuhul (N. del T.)
[5] . Herodoto, Euterpe, cap. 123.
[6] . Hermes, Los Siete Capítulos, cap. 4.
[7] . Raimon Llull, Codicilio, cap. 14.
[8] . Artefio, En la Turba.

El rapto de Proserpina

Los eleusinos y los sicilianos consideraban como una historia verdadera lo que sólo era una alegoría fabulosa, puesto que la Isis de Egipto, que es la misma que Ceres, no fue jamás a Eleusis ni a Sicilia, no tuvo ninguna hija con el nombre de Proserpina, y en fin, se diga lo que se diga su rapto sólo es una alegoría, no del cultivo de las tierras ordinarias, sino del cultivo del campo filosófico.
Sin entrar en una disertación muy larga al respecto, veamos solamente lo que era Plutón, el raptor de Proserpina, esta misma y Ceres, su madre. Esta última tenía su morada normalmente en un delicioso lugar de Sicilia llamado Enna, o fuente agradable, donde había bellas praderas regadas por fuentes de agua viva; las violetas y otras flores crecían allí en gran cantidad.
Se podría comparar este país con el de Nisa, donde sus praderas esmaltadas de bellas flores alegraban la vista y el olfato, donde los frutos crecían en abundancia, porque el terreno es regado por agradables fuentes de agua viva.He aquí la descripción que hace el Cosmopolita de la isla de los filósofos: Esta isla está situada hacia el sur, es encantadora y proporciona al hombre todo lo necesario, útil y agradable. Los Campos Elíseos de Virgilio a penas se le pueden comparar. Todas las riveras de esta isla están cubiertas de mirtos, cipreses y romeros. Las praderas verdes y cubiertas de olorosas flores de todos los colores presentan una primera vista muy graciosa y hacen respirar un aire de lo más suave. Las colinas están decoradas con viñas, olivares y cedros. Los bosques se componen de naranjos y limoneros. Los caminos públicos, bordeados de laureles y granados, ofrecen a los viajeros la dulzura de su sombra para resguardarse de los ardientes rayos del Sol. En fin, allí
se encuentra todo lo que se puede desear. En la entrada del jardín de los filósofos se presenta una fuente de agua viva, muy clara, que se esparce por todas partes y lo riega todo, dice Espagnet.[1] Muy cerca se encuentran las violetas, que regadas abundantemente por las aguas doradas de un río, toman el color del más bello de los zafiros. Después se ven allí los lises y los amarantos. Es en estos admirables lugares donde Proserpina, paseándose con sus compañeras, cogía una flor de narciso cuando Plutón la raptó para hacerla su esposa y partir con ella hacia el imperio de los Infiernos. ¿Qué idea se nos presenta de Plutón? Todos los nombres que se le han dado inspiran el horror, la tristeza; todos significan algo de negro y sombrío; en una palabra, se le representa como al rey del imperio tenebroso de la muerte y no obstante como el dios de las riquezas.
¿Cómo se expresan los filósofos respecto a su Plutón, después de esta bella descripción del país filosófico? Ellos dicen que es preciso raptar a una virgen bella y pura de coloradas mejillas,[2] y desposarla. Juntad a la bella B
eya con Gabertin; después de su unión descenderán al imperio de la muerte. Allí sólo se verán horror y tinieblas; el vestido tenebroso se manifestará y el hombre y la mujer serán sepultados en las sombras de la noche. Esta negrura es la señal de la disolución, y esta disolución[3] es llamada por los filósofos, muerte, pérdida, destrucción y perdición.
Todas las circunstancias de este rapto indican las mismas de la disolución de los filósofos. Proserpina coge flores con las chicas de su séquito. Plutón la ve, la rapta y parte al momento sobre su carro tirado por caballos negros. Encuentra un lago cerca del cual estaba la ninfa Ciánea, que quiere detener su carro, pero Plutón de un golpe de cetro se abre un camino que les conduce a los Infiernos. La ninfa desolada y deshecha en lágrimas es transformada en agua. Ceres es la tierra de los filósofos, o su materia; Proserpina, su hija, es la misma materia aún volátil, pero llegada al blanco, lo que nos enseña su nombre Feréfata, del griego φέρω yo llevo, y de φάω yo brillo, o φαός, luz; como si se dijera: yo llevo la luz; porque el color blanco indica la luz y este sucede al color negro, símbolo de la noche.
Esta Feréfata filosófica puesta en el vaso con su madre, para hacer el elixir, se volatiliza y produce diferentes colores. Estas partes que se volatilizan con ellas, son las hijas del séquito; la
fábula dice que cogía narcisos, porque el narciso es una flor blanca y como esta blancura desaparece, el narciso es recogido. Plutón la rapta en este momento y toma el camino del Infierno. Antes de que el color negro aparezca en esta segunda operación, se suceden otros varios colores, el celeste o azulado se manifiesta, después se hacen más obscuros y parecen un camino que conduce al negro; es por lo que la fábula dice que Plutón llegó a las cercanías de un lago y allí encontró a la ninfa Ciánea, del griego Κιανος, azulado. ¿No es el agua mercurial, encerrada en el vaso, un verdadero lago? El raptor de Proserpina no ha tenido consideración a los ruegos de la ninfa Ciánea y de un golpe de cetro abrió un camino a los Infiernos, ¿no es lo que le pasa a la
materia vuelta azulada, que continúa tomando un color más oscuro hasta que le sucede el negro? Entonces la ninfa se deshace en lágrimas y se encuentra transformada en agua, es decir, que la disolución de la materia en agua es perfecta y la ninfa Ciánea desaparece con el color azul. He aquí pues, a Proserpina llegada al imperio tenebroso de Plutón. Allí reina con él y no volverá a ver a su madre hasta que hayan pasado seis meses.
Ceres, informada del rapto de su hija, la busca por mar y por tierra. Finalmente llega cerca del lago de la ninfa Ciánea, pero la ninfa deshecha en lloros y transformada en agua, no puede decirle nada. Encuentra el velo de su hija flotando sobre el agua y se da cuenta de que por allí ha pasado el raptor. Aretusa, ninfa de una fuente con el mismo nombre, cuyas aguas se derraman en los vecinos lugares del Estigio, confirma a Ceres su pensamiento e intenta consolar a esta afligida madre diciéndole que su hija se había convertido en esposa del dios de los Infiernos. Al recibir esta noticia Ceres sube a su carro, atraviesa el aire y va al encuentro de Júpiter y le reclama a su hija, que también era la suya. Júpiter consiente en que le sea devuelta, a condición de que no haya comido de los frutos que nacen en el Infierno. Pero Ascálafo, el único que la había visto coger una granada de la que comió tres granos, sin ninguna discreción la delató. Entonces Júpiter ordenó que Proserpina permaneciera seis meses con su marido y seis meses con su madre. Ceres, satisfecha por el juicio de Júpiter, partió hacia Eleusis. Cuando llegó cerca de la ciudad se sentó sobre una piedra para reposar de sus fatigas, después fue a encontrar a Eleusis, padre de
Triptolemo al que amamantó y le enseñó el arte de sembrar y recoger los granos.
Hemos visto a Ceres encerrada en el vaso con su hija Feréfata; la madre la busca por mar y tierra, porque en el vaso está el agua y la tierra. Esta agua forma el lago Ciánea, sobre el que Ceres vio flotar el velo de su hija, es decir, una pequeña blancura que empieza a aparecer a medida que el color negro se esclarece. He hecho pintar un campo azulado y azul –dice Flamel[4]para mostrar que no hace más que empezar a salir de la negrura muy negra; pues el azulado y azul es uno de los primeros colores que nos deja ver a la obscura mujer, es decir, la humedad cediendo un poco al calor y a la sequedad [...] la mujer tiene un círculo blanco, en forma de rollo de papel, entorno a su cuerpo, para mostrarte que nuestro rebis empieza a blanquearse de esta manera,
blanqueando primeramente las extremidades, todo el entorno de este círculo blanco. He aquí el lago Ciánea con el velo de Proserpina que flota sobre sus aguas. Ceres juzga que el raptor se ha escapado por este lago y la ninfa Aretusa le anuncia que su hija es la esposa del dios de los Infiernos.
Ceres, tras estas noticias, sube a su carro, atraviesa los aires y va a encontrar a Júpiter; es esta volatilización de la materia que entonces empieza a subir al espacio del vaso ocupado por el aire. Reclama su hija a Júpiter, o este color gris que sucede al negro. Al gris sucede el blanco, que hemos dicho que era Proserpina o Feréfata, lo que ha hecho decir que era hija de Ceres y de Júpiter. Este dios consiente a su retorno, a condición de que haya guardado una exacta abstinencia mientras estaba en los Infiernos, pero Ascálafo dice que ella ha comido tres granos de granada. Júpiter tenía razón y Ascálafo era el único que podía acusar a Proserpina, pues desde que el color rojo, indicado por los tres granos de granada, empieza a manifestarse sobre el blanco, éste sólo puede retrogradarse, y el rojo se fortificará más y más. ¿Por qué Ascálafo es el acusador? Es porque el principio del rojo es anaranjado y Ascálafo es hijo de Marte, según lo que dice Homero, y el Marte de los filósofos es el principio del color rojo: al frente de quienes iban Ascálafo y Yálmeno, hijos de Ares, a quienes había dado a luz Astíoque en casa de Áctor Azida. (Ilíada, lib. 2, vers. 512) Estos dos versos prueban perfectamente lo que acabamos de decir, pues Astíoque era hija de Falanto, de φαλός, claro, blanco, roca que aparecía en el mar.
Ceres está contenta y parte hacia Eleusis y reposa de sus fatigas sobre una piedra llamada agelaste. Es la tierra filosófica, que tras ser elevada a lo alto del vaso, volatilizándose, recae al fondo donde se fija y se recoge en un todo, significado por agelaste, de Α˝γελαζω, reunir. Después Ceres va a encontrar a Eleusis.
En cuanto a la piedra que se le muestra cerca de Calícore, en testimonio de la venida de Ceres a Ática, se sabrá de una vez por todas, que tales piedras son siempre los signos jeroglíficos de la fijeza de la materia. Tal es aquella que Saturno devora y vomita y que fue depositada sobre el monte Helicón; aquella con la que Mercurio mató a Argos; aquella que Cadmo echó en medio de los hombres armados nacidos de los dientes del dragón que él había sembrado; aquella donde Pirítoo se apoyó en su descenso a los Infiernos; aquella que Sísifo empujaba sin cesar, y etc. [1] . Espagnet, Canon, 52 - 53. [2] . Espagnet, canon 58; Sinesio, Artefio, la Turba, etc. [3] . Flamel, Explicación de las Figuras Jeroglíficas. [4] . Flamel, Ob. cit.

Los Misterios de Eleuisis





Las tesmoforias eran llamadas mistéricas, a causa del secreto que se exigía a aquellos que eran iniciados. Se consideraba también que Isis había dado leyes a los egipcios respecto a ello. Ya se ha visto en el primer libro que Dánao llevó una colonia desde Egipto a Grecia y que estaba al corriente del arte hermético.
Los misterios eleusinos eran los más sagrados entre los paganos. Se cuentan diversas razones que obligaron a tenerlos en secreto. Los misterios, dice Varrón, se tienen encerrados en el silencio y cercados mediante muros por donde ellos pasan. O sea, por el silencio, de manera que no esté permitido a quien quiera que sea el divulgarlos, por eso deben de suceder dentro del cerco de los muros, a fin de que sólo sean vistos y conocidos por ciertas personas.
Tomas de Valois, en su comentario sobre la Ciudad de Dios de San Agustín,
[1] dice: Tres razones obligaron a los demonios y a los sacerdotes a hacer un secreto de sus ceremonias. La primera porque hubiera sido fácil que se las hubiera tomado por una bribonada, si estas ceremonias hubieran sido públicas y todo el mundo hubiera podido opinar de ellas. La segunda es que estos misterios encerraban el origen de sus dioses y lo que habían sido en efecto. Qué había sido Júpiter, por ejemplo, cuando y cómo se había empezado a adorarle, y así los otros. Si se hubiera divulgado todo esto entre el pueblo, hubiera despreciado a estos pretendidos dioses y el temor que les inspiraban se hubiera desvanecido, lo que produciría el desorden del estado. La tercera razón es lo que pasaba en secreto, pues eran cosas que horrorizarían al pueblo si llegaran a su conocimiento. Esta es la razón que se imaginaba del por qué la estatua de Harpócrates, dios del silencio, se ponía en la entrada de casi todos los templos donde Isis y Serapis eran adorados.
Estas razones de Valois parecen bastante probables, por lo menos en los tiempos en que los abusos se habían introducido en la celebración de estos misterios y donde la idolatría había llegado a su cumbre. Pero ¿podían haber tenido lugar en el tiempo en el que s
e instituyeron estas ceremonias? Y así mismo ¿se ha de creer que en los

tiempos posteriores, en el siglo de Herodoto, estas ceremonias estuvieran acompañadas de estos exe
crables homicidios? Si esto hubiera sido así ¿se hubiera expresado este autor en los términos que hemos recordado anteriormente? Además, de lo que se trata es del fondo de los misterios de Eleusis y no de los accidentales abusos que la ceguera y la ignorancia de las intenciones del institutor hayan introducido allí. Si se pone atención a todas las circunstancias de estos misterios, se convencerá uno de que la segunda razón de Tomas Valois es la única que haya obligado a no descubrirlos más que a los iniciados y a crear de ello un misterio para el resto del pueblo. Las otras dos razones han nacido con los abusos mismos. La alegoría de Saturno que había devorado a sus hijos ha hecho que los supersticiosos, tomando la fábula al pie de la letra, se imaginaran que los hombres inmolados en su honor le serían más agradables que ninguna otra víctima. Les parecía que Marte, el dios de la guerra, solamente se complacía con la sangre humana. Pero ¿se

podría tener la misma idea de la diosa de la agricultura, del dios del vino y de la madre del amor y la voluptuosidad? ¿Podía ser la intención del institutor el inducir a los iniciados a la licencia y el libertinaje, puesto que se exigía mucha moderación y así mismo una severa castidad tanto a los mistos como a las mujeres que presidían las solemnidades de la diosa Ceres?
Los misterios eleusinos eran de dos clases, los grandes y los pequeños, y para ser iniciado tanto en los unos como en los otros era necesario ser capaz de guardar un gran secreto. Los pequeños servían de noviciado preliminar antes de ser admitido en los grandes. Los primeros se celebraban en Agra, cerca de Atenas; los grandes en Eleusis. El tiempo de prueba duraba cinco años, y era preciso guardar castidad durante este tiempo. Tras las pruebas se llegaba a ser mystes (misto, iniciado en los misterios), o al estado de ser epopte (maestro de ceremonias), es decir testigo de las ceremonias más secretas, y aunque se fuera iniciado o recibido como epopte, no se estaba al corriente de todo, pues los sacerdotes se reservaban el conocimiento de muchas cosas.
La fiesta de iniciación duraba nueve días. Cada día tenía sus ceremonias particulares; las del primero, segundo y tercero sólo eran preparatorias.
El cuarto día se hacía arrastrar un carro por dos bueyes, cuyas ruedas no tenían radios pues estaban hechas más o menos como un tambor. A continuación, y tras el carro, marchaban dos mujeres gritando buen día, madre Dio, y llevaban unos cofrecitos o ca

nastas donde habían pasteles, lana blanca, granadas y adormideras. Sólo estaba permitido mirar este carro a los iniciados, los otros estaban obligados a retirarse de las ventanas, mientras pasaba. El quinto se marchaba durante toda la noche, según dice el abad Banier, para imitar a la búsqueda que Ceres hizo de su hija Proserpina, después de que Plutón la raptara. El sexto se conducía desde Eleusis a Atenas la estatua de un gran joven coronado de mirto y llevando una antorcha en la mano. Se acompañaba a esta estatua, llamada Iacchos, con grandes gritos de alegría y con danzas. El séptimo, el octavo y el noveno eran empleados en iniciar a aquellos que no lo habían sido, en acciones de gracias o en súplicas que se hacían a Ceres.
Tales eran estos grandes misterios de Grecia, en los cuales dice la fábula que Hércules y el mismo

Esculapio quisieron ser iniciados. Se recomendaba extremadamente mantenerlo en secreto por que ello encerraba el desenlace de la alegoría histórica de Ceres, de su hija, etc.
Las fiestas en honor a Ceres eran una imitación de las que se habían instituido en Egipto en honor a Isis, en consecuencia, es allí donde se ha de buscar la intención de los institutores.
El secreto del que se hacía un misterio en las fiestas de Ceres, debía de ser el mismo que aquel que se recomendaba, bajo pena de muerte, a los sacerdotes egipcios. Ya hemos dicho en el primer libro en qué consistía este secreto, es inútil repetirlo aquí. Los filósofos herméticos hacen de ello tan gran misterio que es casi imposible descubrirlo, si Dios o un amigo de corazón no lo revela, como dicen ellos mismos. Harpócrates apoyando su dedo sobre la boca anunciaba, desde la entrada del templo, el secreto que allí se guardaba. Sólo los iniciados tenían permiso de entrar en el santuario de estos templos.

[1] . S. Agustín, Lib. 4, cap. 31.

Ceres y las Tesmoforias




Las fiestas celebradas entre los atenienses en honor a Ceres y a Proserpina, han tenido un mismo origen, pues a pesar de todo lo que han podido decir hasta aquí diversos mitólogos, la Ceres de los griegos no difiere en nada de la Isis de los egipcios, el culto de una es el culto de la otra.
Se dice que Triptolemo fue el institutor de las tesmoforias en reconocimiento de que Ceres le había enseñado la manera de sembrar y recoger el trigo y los frutos. La primera celebración se hizo en Eleusis y fueron llamadas misterios eleusinos. Pues Ceres, dice la fábula, buscando a su hija Proserpina, raptada por Plutón, llegó a la ciudad de
Eleusis y fue a visitar al príncipe del lugar que llevaba el mismo nombre.
La esposa de este príncipe llamada Yone, acababa de traer al mundo un hijo al que había dado el nombre de Triptolemo. Buscaba una nodriza, Ceres se ofreció y fue aceptada. Ella se cobró una buena comisión. Durante el día lo alimentaba con una leche divina y durante la noche lo tenía oculto bajo el fuego.
El padre se dio cuenta del progreso que hacía Triptolemo durante la noche e indagó de dónde podía venir esto y cuando averiguó cómo era el cuidado de Ceres se sorprendió de tal manera que no pudo impedir soltar un grito. Este grito dio a conocer a Ceres que su maniobra ya no era secreta. Se irritó y en su cólera hizo morir a Eleusis y dio a Triptolemo un carro tirado por dos dragones para ir a enseñar por toda la tierra el arte de sembrar los granos.
¿Qué significaría esta leche y este fuego con los que Ceres alimentó al hijo de Yone? ¿Con qué se puede relacionar este carro tirado por dos dragones? se ve a primera vista que esta fábula tiene todo el aire de una alegoría química. En efecto, Triptolemo es el hijo filosófico que es puesto en el mundo por Yone, es decir, por el agua mercurial, de ΰω, llover, de
donde ha salido también el nombre de las híades. Ceres se convirtió en su nodriza porque como dice Hermes, la tierra es la nodriza del hijo filosófico.
Michael Maier ha hecho de ello el segundo de sus emblemas donde un globo terrestre forma el cuerpo de una mujer desde las espaldas hasta las rodillas; dos pechos salen de este globo y la mano derecha de la mujer sostiene un niño que mama de la teta de ese mismo lado, con esta inscripción encima: su nodriza es la Tierra, y ésta debajo: ¿qué tiene de extraño que digamos que la Tierra nutrió con su leche a la tierna prole de los Sabios? Si una bestezuela alimentó a tan grandes héroes ¿cuán grande no será aquel al que sirvió de nodriza elo globo terrestre?
La leche con la que Ceres nutrió a Triptolemo es la misma que la que Juno dio a Mercurio, ya lo he explicado en más de un lugar, es por eso que envío allí al lector, para no caer en enojosas repeticiones. Solamente diré de Ceres, con Basilio Valentín:[1] Soy una diosa de gran belleza; la leche y la sangre fluyen de mis senos. No tiene nada de extraordinario alimentar a un niño con leche, pero ocultarlo bajo las cenizas y meterlo en el fuego durante la noche,
para darle fuerza y vigor, esto sólo puede ser practicado por un pueblo salamándrico; Triptolemo también es el símbolo de la salamandra de los filósofos y el verdadero Fénix que renace de sus cenizas. Es a este Triptolemo que se ha de acostumbrar al fuego, para que, al hacerse grande, pueda resistir sus más vivos ataques. No hay duda, pues, de que T
riptolemo sea la salamandra de los filósofos, cuando es cocido y madurado bajo el fuego. Entonces se convierte en el fuego mismo, la tierra, la cal y la simiente de los Sabios, que es preciso sembrar en su propia y natural tierra.
El color negro es símbolo de la noche, signo del duelo y de la muerte y no se vuelve a la luz si no es con la ayuda del fuego. El Triptolemo filosófico tampoco puede llegar al blanco sin la ayuda del fuego. Cuando se ha hecho grande,
Ceres hace morir a su padre y da a su niño ya criado un carro tirado por dos dragones, para que vaya por toda la tierra enseñando el arte de la agricultura a sus habitantes. La agricultura es un símbolo perfecto de las operaciones de la gran obra. Es por lo que los filósofos han sacado de ello gran parte de sus alegorías, a imitación de los antiguos que nos han dejado las suyas bajo la apariencia de la historia.
El labrador tiene una tie
rra que cultiva para sembrar su grano; el filósofo tiene la suya. Sembrad vuestro oro en una tierra blanca foliada, dicen los filósofos. Basilio Valentín hace de ello el emblema de su octava llave y Michael Maier el sexto de los suyos. El grano no podría germinar si antes no se pudriera en la tierra. Hemos hablado a menudo de la putrefacción de loas materias
filosóficas como llave de la obra. Cuando el grano ha germinado necesita del calor para crecer, pues el calor es la vida de los seres y nada puede venir al mundo sin calor natural. Se necesitan dos cosas para el crecimiento de las plantas, el calor y la humedad; también le es preciso la leche y el fuego al Triptolemo filosófico, según lo que dice Raimon Llull:[2] Sabed que nada nace sin macho y hembra y que nada germina ni crece sin la humedad y el calor. Es a lo que debéis
conformaros en nuestra obra. Cuando el tallo sale de la tierra, primero parece de un rojo violeta, después un verde azulado; cuando se forma allí el grano es blanco como la leche y cuando llega a su madurez se ve todo el campo dorado. Precisamente sucede lo mismo al grano de los filósofos.
No añadiré nada más respecto a la educación de Triptolemo que lo que dice Flamel en su Deseo deseado: Su padre es el Sol y su madre la Luna, es decir, una substancia cálida y una substancia acuosa. La Tierra es su nodriza. Es alimentado por su propia leche, es decir, por el esperma del que ha sido hecho desde el comienzo. El parto llega cuando el fermento del alma se ajusta con el cuerpo o tierra blanqueada. No puede llegar a su perfección si no es alimentado de leche y si no toma vigor por el fuego. Es de él que ha sido dicho en la Turba: Honrad a vuestro Rey que viene del fuego.

[1] . Basilio Valentín, Símbolo nuevo.
[2] . Raimon Llull, Theoría Testamentum. cap. 46.