jueves, octubre 04, 2007

(artículo del traductor) La Lectura Alquímica

En la presentación de este blog, (presentación 3), mostraba al lector los versículos del Mensaje Reencontrado, de Louis Cattiaux, (1) que me habían animado a sumergirme en la lectura de la fabulosa tradición de nuestros antepasados, y por supuesto en la búsqueda de comentarios y explicaciones que arrojaran un poco de luz a mis tinieblas.
Estos versículos son los siguientes:
II, 83: Estudiemos los triples misterios antiguos. Reverenciemos las doctrinas y las fábulas sagradas. Busquemos el bien que subsiste en el mal. Meditemos sobre las obras de los profetas y de los santos filósofos. Comprendamos que sólo hay un Dios, una sola ciencia y una sola creación en todas partes y siempre.
III, 17: La verdad se oculta bajo el velo de las fábulas y las parábolas, es necesario un espíritu muy recto y muy penetrante para descubrirla, así como se precisa un ojo muy ejercitado para reconocer el diamante bajo la envoltura que lo protege.
Estas palabras me llevaron al encuentro con Pernety y sus Fábulas Egipcias y Griegas, y su Diccionario Mito–Hermético. (2)
Luego apareció el Florilegio Epistolar, extractos de la correspondencia que Louis Cattiaux mantuvo con sus amigos, en el que descubrí que este autor también recomendaba la lectura de Pernety, concretamente en esta respuesta: (3)
La lectura de las obras herméticas te abrirá el camino a la lectura de las santas Escrituras, si las lees con ojos desinteresados y amorosos, si no, te conducirán a la locura de la química como a muchos demasiado sabios y demasiado astutos. Todos los tratados llamados alquímicos de buenos autores como Basilio Valentín, el Cosmopolita, Nicolás de Valois, Nicolás Flamel, Arnaldo de Vilanova, Moriano, Raimundo Lulio, Grosparmy, Rhumelius, Guillermo Salmon, Pernety, etc., te ayudarán a desembrollar el caos y a separar la luz de las tinieblas, pero, sobre todo, la santa plegaria al Señor de vida, que los buscadores orgullosos y estúpidos suelen despreciar.
Desde luego Cattiaux no recomienda estos autores porque sí, veamos un fragmento de Las Fábulas de Pernety y comprobemos la consonancia de espíritu entre estos autores, precisamente hablando de las dos maneras de entender la lectura alquímica: (4)
Es verdad –dice Pernety– que mucha gente se las da de filósofos y abusan de la credulidad de los bobos. Pero ¿es ésta una falta de la ciencia hermética? Los filósofos se manifiestan lo suficiente en el mundo como para hacerse oír y prevenirlos de las trampas que les tienden esta clase de gente. No es solamente uno quien dice que la materia de este arte es de un precio vil, e incluso que no cuesta nada, que el fuego para trabajarla no cuesta más y que sólo se necesita un vaso o máximo dos para todo el transcurso de la obra.
Escuchemos a Espagnet: La obra filosófica requiere más tiempo y trabajo que gastos, pues le queda muy poco que hacer a aquel que tiene la materia requerida. Los que piden grandes sumas para llevarla a cabo tienen más confianza en las riquezas del prójimo que en la ciencia del arte. Que el aficionado a ella tenga cuidado y no caiga en las trampas que le tiendan los bribones que quieren su bolsa al mismo tiempo que le prometen montañas de oro. Esos piden el sol para conducirse en las operaciones de este arte porque no ven nada. (5)
Lo que desacredita la ciencia hermética son estos bastardos de la química vulgar, conocidos ordinariamente con el nombre de sopladores y de buscadores de la piedra filosofal. Estos son los idólatras de la filosofía hermética. Todas las recetas que se les proponen son para ellos como Dios, ante las cuales doblan la rodilla. Se encuentra un buen número de esta clase de gente entre los muy instruidos en las operaciones de la química vulgar, pero no están instruidos en los principios de la filosofía hermética y por ello no tendrán éxito. Otros ignoran incluso hasta los principios mismos de la química vulgar y estos son propiamente los sopladores.
[...] Los filósofos herméticos insisten casi siempre en señalar en sus obras la diferencia de estos dos artes. Pero la señal más infalible por la que se puede distinguir un adepto de un quimista es que el adepto, según lo que dicen todos los filósofos, no toma más que una sola cosa, o máximo dos de una misma naturaleza, un solo vaso o dos a lo más y un solo horno para conducir la obra a su perfección; al contrario, el quimista trabaja sobre toda clase de materias indiferentemente.
Si esta obra [las Fábulas] consigue hacer la suficiente impresión en los espíritus como para persuadirlos de la posibilidad y la realidad de la filosofía hermética, Dios quiera que también sirva para desengañar a los que tienen la manía de dispensar sus bienes en soplar carbón, levantar hornos, calcinar, sublimar, destilar, y finalmente reducirlo todo a nada, es decir, en ceniza y humo. Los adeptos no corren para nada detrás del oro y la plata. Morien da una gran prueba de ello al rey Calid. Éste había encontrado muchos libros que trataban de la ciencia hermética y no podía comprender nada, entonces hizo publicar que daría una gran recompensa a aquel que se la explicara. Esa recompensa atrajo allí a un gran número de sopladores. Morien el ermitaño salió entonces de su desierto, no movido por la recompensa prometida sino por el deseo de manifestar el poder de Dios y cuánto hay de admirable en sus obras. Fue a encontrar al rey Calid y pidió, como los otros, un lugar apropiado para trabajar, a fin de probar mediante sus obras la verdad de sus palabras. Cuando Morien terminó sus operaciones, dejó la piedra perfecta en un vaso, alrededor del cual escribió: Aquellos que tienen todo lo que les hace falta no necesitan ni recompensa ni ayuda de otro. Después desalojó el lugar sin decir una palabra y volvió a su soledad. Al encontrar el vaso y su escritura, Calid comprendió lo que significaba y tras haber hecho la prueba del polvo, echó o hizo morir a todos aquellos que habían querido engañarle.
Los filósofos dicen, y con razón, que esta piedra es como el centro y la fuente de las virtudes, puesto que los que la poseen desprecian todas las vanidades del mundo, la vana gloria, la ambición y no hacen más caso del oro que de la arena y del vil polvo (7) y la plata es para ellos como el barro. Sólo la sabiduría hace impresión en ellos; la envidia, los celos y las otras tumultuosas pasiones no excitan ninguna tempestad en su corazón, no tienen otro deseo que vivir según Dios, otra satisfacción que volverse útiles al prójimo, en secreto, y penetrar poco a poco en el interior de los secretos de la naturaleza.
La filosofía hermética es, pues, la escuela de la piedad y de la religión. Aquellos a quien Dios concede el conocimiento ya eran piadosos o se volvían. (8) Todos los filósofos empiezan sus obras por exigir de aquellos que las leen con deseo de penetrar en el santuario de la naturaleza, un corazón recto y un espíritu temeroso de Dios: el principio de la Sabiduría es el temor del Señor, (9) un carácter compasivo, para socorrer a los pobres, una profunda humildad y un deseo formal de hacerlo todo para la gloria del Creador, que oculta sus secretos a los soberbios y a los falsos sabios del mundo, para manifestarlos a los humildes. (10)

Interrogando al Mensaje Reencontrado respecto a este tema me ha respondido con estos versículos:
XXVIII, 5: Por todas partes, intrigas, bajezas y cobardías para obtener un lugar en el mundo que perece, y ni un impulso del corazón y del espíritu para obtener un lugar en el mundo que no perece.
XXVIII, 5’: Los inteligentes y los hábiles de este mundo son verdaderamente estúpidos, pero aún no lo saben. ¡Cuál será el rumor de sus gritos y de sus lamentaciones inútiles cuando se vean desnudados por el juicio de Dios y expuestos a la vista de todos!
XXVIII, 6: Se pelean por el estiércol y abandonan la perla que resplandece encima de ellos. ¿Hay una maldición peor que ésta?¿No son dignos de compasión a pesar de su hermoso éxito en este mundo transitorio? ¿No están ya malditos por Dios y excluidos de su salvación?
XXVIII, 6’: Cada versículo del Libro nos ha costado un poco de nuestro pan y un poco de nuestra vida terrestre, pero ¿no hemos hecho, sin saberlo, una inversión fabulosa? Dios y los creyentes responderán como quieran. En lo que nos concierne, nuestro don permanece gratuito ante Dios y para con los hombres de buena voluntad.
Insistiendo sobre el mismo tema me ha respondido con este otro:
XXXIV, 54: No adoremos las figuras humanas, ni las figuras animales, ni los símbolos, ni las imágenes, que están aquí para rememorar los misterios divinos, pero que no son nada por sí mismos.
XXXIV, 54’: La idolatría es confundir las apariencias de la cosa de Dios con la cosa misma, y es permanecer extraviado por las cortezas que esconden la almendra substancial y pura de la vida imperecedera.
Desde que apareció el Mensaje Reencontrado se han producido varias ediciones y en varios idiomas, castellano, catalán, portugués, italiano, inglés, etc.
Si el lector no lo conoce y está interesado puede dirigirse a:
http://www.beyaeditions.com/
donde encontrará información y la posibilidad de adquirirlo mediante amazón.com, así como si desea información sobre el autor puede dirigirse a :
http://www.louiscattiaux.es/uiscattiaux.es
o también:
http://www.lapuertaonline.es

Notas:
(1): Louis Cattiaux, El Mensaje Reencontrado, ed. Sirio, Málaga 1987.
(2): Hay una traducción al castellano de Santiago Jubany, ed. Indigo, Barcelona 1993.
(3): Florilegio Epistolar, Arola Editors, Taragona 1999, pág. 155.
(4): El lector lo puede encontrar íntegro en este blog, en el archivo de Diciembre, con el título de Diferencia entre las dos químicas:
http://humanadivinitas.blogspot.com/2006_12_01_archive.html
(5): Espagnet, La Obra secreta de la Filosofía de Hermes, hay una traducción al castellano de S. Jubany, ed. Indigo, Barcelona 1995.
(6): Morien, Conversación con el Rey Calid.
(7): Sabiduría, cap. VII.
(8): Véase a Flamel en el libro de Las Figuras Jeroglíficas.
(9): Proverbios, I, 7.
(10): Mateo, XI, 25.